sábado, 30 de septiembre de 2017

Una solución tradicionalista: el problema separatista.


Una solución tradicionalista: el problema separatista.


Históricamente, los procesos secesionistas han tenido lugar en épocas de crisis políticas y económicas, en las que hay una tendencia generalizada a buscar una solución a la situación mediante nuevos valores morales y proyectos políticos alternativos. En el caso catalán, esto ha venido de la mano de una crisis económica de escala global, en la que se encuadra con una oleada de nacionalismos que han estallado, entre otros, en Escocia (Reino Unido), Patagonia (Argentina) y California (Estados Unidos), y en particular de la crisis económica y política española, que se ha traducido en una debilidad extrema del Estado, incapaz de asegurar su integridad política ni el cumplimiento de la ley y que ha cedido progresivamente más poder por parte de los gobiernos de turno (PP y PSOE), que a cambio de apoyos para gobernar han aumentado las competencias de los gobiernos controlados por los separatistas, de forma que la debilidad del Estado en Cataluña y su incapacidad para hacer cumplir la ley es una consecuencia lógica de esta cesión de poderes.

A cambio de votos para poder gobernar por no contar con
mayoría absoluta, el PP y el PSOE han aumentado las competencias
de las autonomías catalanas y vascas, controladas por separatistas.

Los separatismos españoles surgieron a principios del siglo XIX. Al principio comenzaron como simples regionalismos, movimientos de reacción contra el centralismo de los gobiernos liberales y de reivindicación de la identidad regional. En un primer momento, los separatistas se limitaban a un puñado de excéntricos burgueses bilbaínos y barceloneses, sin embargo esta situación cambió como resultado del desastre del 98, dentro de España estalló una grave crisis de identidad, pasando España de ser indiscutiblemente una nación a ojos de los españoles, a sufrir un problema de identidad, el famoso problema de España. En este contexto de duda y desorientación, los nacionalismos separatistas, principalmente el vasco y el catalán, alzados como alternativa a una España derrumbada política y moralmente, adquirieron una fuerza inusitada, originándose los problemas vasco y catalán tal y como los conocemos.

La pérdida de las provincias de Ultramar tras el Desastre del 98,
provocada por el escaso interés del Gobierno español en una guerra 
larga, provocó una gravísima crisis de identidad en España, 
favoreciendo la extensión del separatismo.

Durante la etapa final del Franquismo y los años de la Transición es cuando se perfiló la situación nacionalista actual: los nacionalistas, antiguos colaboracionistas y anti-franquistas de última hora, obtuvieron un inmerecido prestigio político dentro de las fuerzas demócratas, que les colocó entre los “vencedores” tras la dictadura, obteniendo una posición de privilegio en el panorama político que les permitiría acceder al control de los gobiernos regionales catalán y vasco, sobre los que han gobernado hasta el presente casi sin interrupción como auténticos feudos políticos, a través de los que han inoculado el independentismo a las masas catalanas y vascas. Los separatistas adquirieron un lugar importante en la redacción de la Constitución del 78 y en los estatutos de autonomía, que cubrirían ciertas demandas suyas, como la posibilidad de una anexión de Navarra a País Vasco, e incluso, en un vano intento de conciliar las aspiraciones de los nacionalistas, la doctrina oficial definiría a España como una nación de naciones, lo que en concordia con el principio de Estado-nación vigente hoy en día, constituye un suicidio político.


Las escuelas públicas y otros organismos de influencia social,
bajo competencia de las Comunidades Autónomas, han permitido a
los separatistas contar con armas de adoctrinamiento de masas de 
primer orden, permitiendo un gran aumento del secesionismo.

Ahora bien, ¿cuál es la forma de dar solución a esta situación? La respuesta a esta pregunta no lo pueden dar los partidos políticos que han sido responsables de la situación catalana actual por su codicia de poder y sus pocos escrúpulos, ni mucho menos en los partidos y movimientos que son favorables al descuartizamiento de España. Tampoco puede encontrarse en partidos “constitucionalistas”, favorables a una actuación en el marco político actual, pues si una minoría puede acceder al poder político e implantar sus ideas a la población, es porque existe un sistema político que da pie a ello, lo que es más grave cuando se supone que ese sistema política implica el gobierno de la mayoría.

En primer lugar, el motivo principal que ha dado lugar a la proliferación de los independentismos en toda la geografía española desde Galicia a Canarias ha sido, como ya se ha visto en la exposición histórica del problema, es el problema de identidad provocado por los gobiernos españoles desde 1833 y el Desastre del 98. Para solucionar el problema de los nacionalismos, es preciso solucionar el problema español, lo que se debe hacer mediante un retorno a los principios tradicionales hispánicos, que fueron los principios generadores de nuestra nación, de nuestra historia y de nuestras glorias, y cuya pérdida ha ido pareja a la decadencia española.


El catolicismo como forjador de España y como causa espiritual 
hispánica, el viejo concepto de Las Españas, y la Monarquía Católica 
como representante de la tradición española, han de volver a ser las 
bases de la identidad hispánica y de la comunidad política española.

En segundo lugar, si se quiere extirpar el nacionalismo, es preciso un sistema político que asegure la integridad de la comunidad política, que no permita la entrega de poder a separatistas como parte de las luchas políticas de los partidos y que no permita que una minoría sediciosa pueda alcanzar el poder. Nosotros los carlistas creemos que el sistema político más conveniente para realizar lo arriba expuesto es una monarquía católica, tradicional, social y representativa, que con el principio monárquico asegure un gobierno estable que no necesite de pactar con separatistas para gobernar con normalidad y que pueda realizar planes de gobierno duraderos que no cambien según el vaivén de los partidos políticos, que con una estricta separación entre la representación y el gobierno, un férreo control de los representantes por parte de los representados y el empleo del mandato imperativo en la representación, asegure una representación auténtica, que impida el acceso al poder a minorías políticas y sediciosas.

La Unidad Católica, una monarquía que reine y gobierne,
la autarquía de los cuerpos intermedios y unas Cortes tradicionales
son los principios de la Monarquía Católica, Tradicional, Social y
Representativa, defendida por los carlistas y encarnada en la dinastía 
proscrita, inaugurada por don Carlos María Isidro de Borbón, Carlos V. 

Sólo de esta forma se podrá dar fin último y definitivo a este problema centenario que son los separatismos españoles, pues aunque se pueda solucionar el problema al margen de la situación actual, éste volverá a resurgir a corto plazo, no dándosele nunca solución definitiva sin que España quede desmembrada.  

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Una solución tradicionalista: las huelgas de taxis del Prat y Barajas

Una solución tradicionalista: las huelgas de taxistas del Prat y Barajas.



Entre la segunda mitad de julio y la primera mitad de agosto hemos asistido a unas jornadas de huelgas de taxistas en diversos puntos de España como respuesta a la competencia ejercida por las internacionales de transporte Cabify y Uber y a la gran permisividad legal por parte del Gobierno liberal. Esto no es cuestión baladí, y mucho menos para los taxistas, que viven en una situación de total injusticia en la que las citadas empresas no pagan impuestos, cobran precios más altos por kilómetro recorrido, y las licencias por la que se rigen sus conductores tienen precios irrisorios en contra de los elevados precios que alcanzan las licencias para taxistas. Esto no es algo por lo que desde el carlismo, más amigo del pequeño propietario que de las grandes empresas internacionales extranjeras, seamos mudos, ciegos y sordos.

Bien es verdad que la doctrina tradicionalista no contempla un punto específico para el mundo del taxi, y que tampoco se lo espera; pero sí que se puede aplicar una situación que desde el carlismo sí que se ha prestado gran atención, y es lo relativo a la doctrina de los cuerpos intermedios, y con mayor atención a los cuerpos de oficio o gremios.

Los gremios son cuerpos intermedios de tipo profesional, y una de sus características es la capacidad de redactar sus ordenanzas, que en la práctica son las leyes por las que se rige su vida laboral, y juzgar todas sus infracciones. Al observador extraño esto le puede sonar un tanto a utópico o irrealizable; sin embargo, a un observador más versado en la cultura política española no se le debería escapar que esta realidad sí que es aplicable, y que incluso en la actualidad sigue existiendo un organismo que funciona con esa lógica y que ha alcanzado gran renombre en la esfera internacional por su gran eficiencia (e incluso que por su gran perfección podría constituirse en el modelo de los cuerpos intermedios una vez producida la Restauración del sistema tradicional): el Tribunal de las Aguas de Valencia.



El Tribunal de las Aguas es el órgano judicial de las Comunidades de Regantes de la Vega de Valencia. La Comunidad de Regantes es una especie de gremio de acequieros, esto es, de regantes y labradores de una acequia. Hay una Comunidad de Regantes por cada una de las ocho acequias de la Vega. Cada Comunidad tiene a su cabeza un síndico, encargado de labores de gobierno. Los ocho síndicos componen el Tribunal de los Acequieros de la Vega de Valencia, que se encarga del gobierno conjunto de las ocho acequias, y juzgan los pleitos en el Tribunal de las Aguas propiamente dicho. Las Comunidades se gobiernan por sus Ordenanzas consuetudinarias, si bien fueron plasmadas por escrito durante la Edad Moderna, y el Tribunal de las Aguas se encarga de juzgar las infracciones.

Los síndicos no cobran por su labor de jueces, pues forma parte de su trabajo de gobierno de las Acequias, y son conocedores de las Ordenanzas a pesar de que no son abogados, pues son las leyes que rigen la vida diaria de los regantes de las Acequias, y todos los regantes las conocen. El juicio tiene lugar todos los jueves en la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, a partir de las doce, con una puntualidad proverbial, y de forma pública. Todo el juicio es oral, y en lengua valenciana, muy rápido (siendo el tiempo máximo de duración de una semana) y apenas produce gastos, siendo éstos los gastos de desplazamiento de los Guardas para poner una denuncia y del Tribunal si debe desplazarse para realizar una “vista” in situ. La jurisdicción del tribunal de las Aguas, que goza de gran prestigio, se extiende a todas las personas físicas y jurídicas que labran en los territorios de la Vega de Valencia, o cuyas acciones puedan influir al curso del agua, empresas incluidas.

El profesor Víctor Fairén-Guillén, ha sido uno de los que más ha estudiado el proceso jurídico del Tribunal de las Aguas de Valencia, y ha señalado dos hechos: en primer lugar, que el hecho de que los juicios sean públicos ha sido una de las principales fuentes de auctoritas del tribunal, que se ve doblemente obligado a dictar una sentencia justa por obligación moral y por presión popular, y en segundo lugar, que las cuatro grandes ambiciones doctrinales de todos los tribunales del mundo son características propias de este tribunal: concentración (dispone de todo lo necesario en el momento del juicio), rapidez (el tiempo máximo de un juicio es de siete días, si bien se puede extender a tres semanas si un denunciado desoye las tres llamadas a juicio, tras lo que es juzgado por rebelión), economía (el proceso genera unos gastos mínimos) y oralidad (todo el juicio se realiza de forma oral).



Aplicado al caso de los taxistas, se formaría en cada ciudad un gremio de taxistas que podría dividirse en Comunidades o sindicatos, con un síndico a la cabeza, que distribuyan entre los taxistas el territorio en que realizan su labor, de la misma forma en que las Comunidades de Regantes distribuyen el agua entre los acequieros. Estas Comunidades se agruparán en un Cuerpo mayor, el Gremio propiamente dicho, que redacte y haga cumplir las ordenanzas, que deberán incluir el método de cálculo de precios y normas para evitar cualquier tipo de fraude o de maniobra para aumentar el precio o la distancia del viaje realizado. Contará con un Consejo o una Junta de gobierno compuesta por todos los síndicos del gremio, igualmente cabezas de las respectivas juntas de gobierno de sus respectivos sindicatos, y dedicada a labores administrativas, entre ellas, la emisión de las licencias de taxis y la adjudicación de su precio, una cuestión de queja hoy entre los taxistas, y un Tribunal, que de la misma forma que el Tribunal de las Aguas, se reunirá en una Catedral o en una Parroquia de forma conjunta con la Junta de Gobierno, iniciando el Tribunal sus sesiones a toque de campana. Los juicios serán públicos y se realizarán de forma oral. El Tribunal juzgará infracciones a las Ordenanzas realizadas por cualquier persona física o jurídica relacionada con el transporte de personas, incluidas empresas internacionales de transporte (y aquí es dónde interesa a nuestros queridos amigos los taxistas) como Cabify y Uber.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Himno a la Virgen de las Angustias



HIMNO OFICIAL A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS, PATRONA DE GRANADA

CORO 

Oh Virgen de las Angustias,
Reina y Madre de Granada,
que es, a tus plantas postrada,
hoguera de fe y de amor;

En la vida y en la muerte,
protégenos con tu manto,
y nos consiga tu llanto
el amparo del Señor.

ESTRIBILLO 

Hay una Madre de amores
que adora Granada entera;
La Virgen de las Angustias;
La que vive en la Carrera.

PRIMERA ESTROFA 

Desde las costas que el azul baña,
Hasta la sierra, cumbre de España,
donde es la nieve blanco fulgor;
Desde los riscos alpujarreños,
A los alegres campos lojeños,
Madre del alma, Tú eres el sol.

(ESTRIBILLO)

SEGUNDA ESTROFA 

De nuestra Alhambra los ruiseñores,
de nuestras fuentes los surtidores
bajo el bendito cielo andaluz,
cantan el himno de la esperanza
y los favores que de Ti alcanza
toda Granada junto a la Cruz.

(ESTRIBILLO)

domingo, 3 de septiembre de 2017

San Pío X y Carlos VII

Los hechos expuestos a continuación ponen en tela de juicio los argumentos de quienes sostienen que la Iglesia fue partidaria del sistema alfonsino y que para ser buenos católicos y complacer al Santo Padre, los españoles tenían la obligación acatar reverentemente los Poderes constituidos, cuestiones tan complejas y delicadas, que se resuelven mejor que con disquisiciones metafísicas, con hechos cuya elocuencia está al alcance de las inteligencias menos perspicuas.


San Pío X, Romano Pontífice entre 

No podían ser más cordiales las relaciones de Su Santidad el Papa Pío X y el Augusto Caudillo de la Comunión Tradicionalista, Carlos VII. Apenas elegido Pontífice el Cardenal Sarto, cruzáronse entre ambos afectuosos telegramas de felicitación y de gracias.

Dos visitas hizo Don Carlos al Papa en Roma, y las dos veces fue recibido con tanta ostentación como afecto, como sólo se recibe a los reyes verdaderamente católicos, que han prestado o prestan grandes servicios a la Iglesia.

A los regalos de Don Carlos correspondió el Papa con otros de incomparable valor moral y material, como un riquísimo medallón de oro, esmaltes y brillantes; un rosario de oro y cristal de roca, hábilmente tallado; un solideo, unas sandalias y una faja del uso personal del Romano Pontífice en circunstancias solemnes, etc.

El Papa enriqueció generosamente la capilla del Palacio Loredán, residencia de Don Carlos, con indulgencias plenarias y parciales, como no lo hizo con ninguna otra capilla de los reyes reinantes y Poderes constituidos.

Carlos VII,
Duque de Madrid, Rey legítimo de España 

El 4 de noviembre de 1905, fiesta onomástica de Don Carlos, el Rvdo. Sr. Vicario de la Iglesia del Espíritu Santo, que casi diariamente celebraba el Santo Sacrificio del Altar en el oratorio de Palacio, con asistencia de sus Augustos moradores, entregó al Sr. Duque de Madrid un rescripto, en el cual Su Santidad concedía que se pudiese celebrar en la capilla doméstica de nuestros Augustos Señores la Santa Misa, según el orden prescrito por el calendario de la Diócesis de Madrid, figurando al pie, de puño y letra del Romano Pontífice, estas hermosas palabras:

Justa preces precipitae in favorem magnimorum Principum quorum in Sancta Sedem Apostolicam obervatia magno facimas.— Ex aedibus Vaticanis die 16 Octobris 1905.— Pius PP X.

Lo cual significa que Su Santidad concedía especialmente esa gracia en favor de los magnánimos Príncipes, cuya devoción a la Santa Sede Apostólica tenían en grande estima.

No contento con tan afectuoso privilegio, por medio de carta autógrafa, fechada en el Vaticano el día 3, felicitó a Don Carlos con motivo de su fiesta onomástica, y en ella le deseaba, por la intercesión de San Carlos, las mejores prosperidades el día de su Santo y mandaba con efusión, tanto a Él como a la Señora, la bendición apostólica.

Por último, apenas Pío X tuvo noticia del fallecimiento del ayudante de campo de Don Carlos, el general Saсаnell, aplicó la Misa en sufragio del alma del difunto, mandó decir por él oraciones especiales y por telégrafo dio el pésame a nuestros Augustos Señores.

¿Que todo esto petenecía al orden privado y amistoso? Claro que sí. Pero resultaba elocuente en grado sumo para poner una mordaza en los labios de quienes eran nuestros detractores sistemáticos, conservadores embolados, mestizos y reconocementeros, más o menos vergonzantes, enamorados del mal menor, y que, no contentos con eso, formaban juicios temerarios respecto a la catolicidad de los carlistas y de su incomparable Jefe, deslizando en las Cofradías frases que, si no deshonraban, empañaban al menos nuestra reputación religiosa, y sostenían en serio que con los carlistas no se puede contar para ninguna empresa verdaderamente católica... alfonsina, se les olvidaba decir.

Decía proféticamente Eseverri (seudónimo de Manuel Polo y Peyrolón) en EL CORREO ESPAÑOL, que si nos dejábamos seducir por los que, con pretextos religiosos, se proponían por toda finalidad matar al partido carlista, anulándole a los pies de las instituciones liberales, debíamos prepararnos para llorar sobre la tumba de la Religión y de la Patria.

Información obtenida de El Correo Español (11 de enero 1906)

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